Escenografía: en el fondo, una mesa y una silla. La luz enfoca, en el centro, la pelota roja con sobres pegados. Más sobres dispersos en el piso. Un sombrero brilloso. Todo apoyado sobre una colchoneta. Alrededor, algunos claroscuros.
17:50 hs.
* * *
“Esbozos y enigmas”
Tango tecno, tango de hoy… ¿traerá algún personaje? Hay primeras exploraciones.
Los pies se deslizan sobre el piso, algunas puntas se arrastran por la madera.
El cuerpo, la maternidad, el sexo, los cuerpos giran. Un cuerpo enfundado en rojo esboza pasos de tango. Memorias. Una mano explora los sobres pegados en la pelota.
Los pies empiezan a entrar en una misma sintonía, se arrastran. Pasos esbozando círculos de algún tango escondido, pequeñas cosas…
Alguien esboza un pequeño baile…”encariñarse con las preguntas mismas”…
¿Uno puede enamorarse de las preguntas?
El presagio de un compañero se anuncia entre los brazos, y es un claro bandoneón…
Una pelota sobre la cabeza, pica ahora contra el suelo…”quizás lleve en usted la facultad de crear”. Alguien baila con el muñeco amarillo, y después lo deja sobre los sobres y la pelota.
El tango besa el piso, el tango arrastra… ¿qué arrastra el tango, qué besa en la madera? Las palmas de los pies acariciando el suelo. Dibujar espirales con los dedos, en la tierra. Presagios.
Media cara roja. Un pañuelo estirado entre las manos. Una voz quejosa, el tango arrastra, el tango susurra…está roto por adentro…. Luz azul sobre el pañuelo, y un bandoneón. Otra vez, un personaje remando.
El muñeco amarillo sigue recostado contra los sobres y la pelota.
Ahora el tango tiene otra forma… ¿es otro?
Una máscara violeta explora con su ojo. Mariposas en la cabeza. Por fin, alguien lo saca a bailar, lo abraza, lo pasea, y otra pareja llega a la pista. Se esboza desde el bandoneón que no habrá más penas ni olvidos.
Una valija y un sombrero…”eso es un cuerpo!”. Bailar un tango con la máscara negra, las rosas muertas de mi juventud. Llega un personaje con un saco y un sombrero, un bastón y un pañuelo en el cuello. Camina y busca. Otro pañuelo en el cuello y otro sombrero, ensayando giros. Tules blancos en la esquina. Cada vez más pasos al compás de un dos por cuatro diferente.
La máscara violeta cambió de rostro. Una máscara verde saluda debajo de la túnica. Pollerita blanca con volados pasea y mira por la ventana. Antifaz sobre la pierna. Una gran corbata pasea del brazo con el malevo. Túnica púrpura y una caña en las manos… ¿desde dónde habrá llegado el peregrino?...uno va arrastrándose entre espinas, en su afán de dar amor. El muñeco amarillo mira la pista recostado sobre la ventana, con una máscara que esboza una sonrisa. Otro muñeco reposa sobre la pelota. ¿Y las cartas?
Unos hombros se mueven debajo del sombrero, y una mirada busca luces para alumbrar palabras. Las manos y los brazos también tararean. Una tela roja y una negra entrelazadas sobre el cuerpo, hasta cruzarse con un compañero de baile…yira, yira…”te presto un personaje”…yira, yira…
Una máscara de madera parece descansar sobre la pelota, y salen telas por su boca, y los sobres siguen esperando. La música cambia…el norte es el que ordena. Bajo la luz amarilla, una mariposa. La máscara verde ahora está en las manos, y se la puede mirar de frente. El sur también existe. Lunares rojos sobre una espalda amarilla, pasos lentos en la periferia. Una mirada busca…
Contra la ventana, ahora hay dos muñecos. Uno está con los pies hacia el cielo y le sostiene al otro una máscara blanca. Tiene las piernas cruzadas y parece estar esperando. En la otra ventana, dos personajes miran: uno púrpura de largos cabellos, y otro blanco. Y entre todos logran lo que era un imposible.
Los movimientos son otros, el aire parece más denso, hay velos, hay sombras…una mujer desnuda y en lo oscuro… ¿qué secreto hay entre las manos? Una carta que se abre, y miradas cómplices. Las cartas están llegando a destino. Los sobres se abren, empiezan a llegar a las manos….un enigma, y siempre es una fiesta descifrarlo.
Una frutilla busca delante del espejo, el ritmo es más lento, los lunares se arrastran…el cuento es muy sencillo. Algunas cartas vuelven… ¿hacia dónde? Entre los sobres que vuelven, un osito y un sol, un bastón y un sombrero…puede contar conmigo. Un sobre haciendo equilibrio en el sombrero, a pesar de esta veta de amor desprevenido, y en la esquina, una máscara negra intentando no caerse. Mirar por la ventana. Sentarse en una silla para mirarse las manos. Usted sabe que puede contar conmigo. Una media luna con las manos hacia el suelo, blanco en la espalda, el sombrero brilla…una mujer desnuda y en los oscuro.
En el centro, otra escenografía: un sobre equilibrando en un sombrero, sobre el aire que separa otro sobre del rojo que nadie ha tocado. Nadie ha tocado el rojo, pero sobre él apoya la espalda un osito, que con una mano sostiene otro sobre…siempre es una fiesta descifrarlo…y tiene dos más en un costado, justo cerquita de un sol que mira para arriba, el cielorraso se convierte en cielo. Hay una máscara que da la espalda pero que está gestando colores y más cartas, y un camino rojo…varios caminos que contactan con otra tierra a lunares, y todo sobre un suelo mullido. En el fondo del salón, varios personajes: un maniquí en la esquina, con una máscara mirando el techo. En el centro, una pareja patas para arriba, y más allá dos rostros mirando desde lejos.
¿Montajes del amor?
Valeria
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